15 septiembre 2005

Gigante


Pequeña, pequeña mía, como la gota de agua en el desierto, como el musgo en el gran farellón Foitzik. Eres el detalle vivo, eres el hermoso círculo en el ala de la mariposa amazónica.
Madre mía, madre nueva, me haces nacer, me alumbras todos los días, vivo y revivo, con la poderoza fuerza de tu mano, de tu risa, de tus ojos, que me levantan desde el pecho hacia arriba, todos los días me haces pasar de feto a hombre, todos los días recoges mi indefensión y entregas la nueva enseñanza, elevándome a las cortes eruditas, avanzando y subiendo en la escala evolutiva, finalmente logro ser creador, de uni a pluricelular.
Sin ti en definitiva no soy nada.
¿Tanto dependo de tu amor?
¿Tanto inundas?
¿De dónde sacas tus mares?
Guerrera mía, mujer de lustrosa armadura, deja ser yo quien limpie tu espada, deja que duerma a los pies de tu caballo, deja que lustre tu escudo, deja que levante tu bandera.

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