25 octubre 2004

En dos minutos


Dos minutos, a veces se requieren de sólo dos minutos. Dos minutos para escapar por la ventana y escurrirme por debajo de tu puerta y hacerme invisible a los ojos del mundo y deslizándome suavemente a tu oficina y mezclarme entre cables y teclados, y que me sientas vaporizado como tu sombra, envolviéndome entre tus brazos y tus piernas.
Dos minutos apenas para dedicarte siglos de historia, edades y épocas de otros mundos, dos minutos para recogerte de la tierra y elevarte hasta sueños imperecederos, dos minutos para construir de nuevo este mundo.
Apenas dos minutos para salvarme, para salvarte, para salvarnos.
Sin embargo he llegado al cabo de que siempre requeriré más de dos minutos.

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