Hoy desperté con el canto de los cormoranes incendiados, sus graznidos eran sonidos de la extinción alejándose de mi alcoba. Cuando salí de la ducha me hundí entra las plumas del tigre y una vez puesta mi corbata, descolgué mi abrigo de cocodrilo y marché, dejando apenas la borra del café.
En la entrada me esperan fieles mis dos caracoles, abren la puerta del taxi y me entregan el último magazine de moda, algo mojado, les recuerdo que deben ser las hormigas quienes me lo entreguen para no toparme con lo ligoso de sus babas entre las hojas de la revista.
Bueno ya está, mi primer inconveniente a penas me levanto.
El taxi se detiene en la luz roja y abro la venta para echar una ojeada alrededor, entonces una fila de cangrejos alzan sus tenazas para saludarme y con cortés reverencia les respondo.
El día transcurre sin sobresaltos, como cualquier otro, los escarabajos nuevamente se han reunido para debatir su derecho sobre los árboles y los conejos, nuevamente indecisos, no logran acuerdos sobre el alza de las piedras.
Vuelvo a casa y a la entrada se han instalado gentiles ciervos volantes que abren las puertas.
Agotado me rindo en la cama y miro hacia el cielo para entretenerme con el oleaje anaranjado que salpica mi cara.
Cierro los ojos y descanso, no te imaginas cuanto he esperado este momento, trato de pensar en ti , sólo para lograr reternerte en mis pensamientos y volver a soñarte, volver a sentirte, volver a olerte.
Finalmente me duermo, pero lo que más me llena de satisfacción es que puedo soñarte.
Es en mis sueños que me despierto a tu lado, que huelo tu pelo que comparto una vida con un humano, que gozamos riéndonos, tocándonos, hablándonos, haciéndote real. Odio cuando cae la noche y nos vamos a dormir, entonces comprendo que es la hora de nuestro adiós, y al día siguiente nuevamente me despertaré con el graznido de los cormoranes incendiados y deberé esperar hasta mirar el cielo anaranjado e intentar volver a soñar contigo.